En una isla en la que la actividad comercial más relevante es el "turismo estacional", tanto la población como el gobierno local, necesitan trabajar mano a mano para asegurar que los residentes de la isla no sientan la invasión por parte de visitantes y turistas, ni la exclusión de la posibilidad de beneficiarse de esta industria de rápido crecimiento.

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Obviamente, si la mayor parte de la comunidad local de la isla va a verse afectada positivamente por el turismo que recibe, se debe tener mucho cuidado en no exceder los límites naturales de ocupación para que la operación sea ecológicamente sostenible, y evitar así daños irreversibles en el patrimonio tanto natural como cultural de las Islas.

 

Junto con las autoridades locales y la industria turística en general, se pretende mejorar la oferta de la isla de Ibiza durante todo el año, y especialmente durante el período de temporada baja (de octubre a mayo).

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Se tiene como objetivo, incluir también en la oferta turística a la población local deseosa de participar, asegurando que los beneficios de recibir a tantos visitantes turísticos a lo largo del año sean justamente repartidos.

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